Ahora, en sus manos, el lector tiene un Almanaque. No le brindará éste información sobre los días del año, ni sobre el ciclo lunar, tampoco sobre el santoral cristiano, tal y como fue costumbre por siglos para las publicaciones con este nombre. Brindará, en cambio, un espacio para la diversidad de las Humanidades y las Ciencias de la Educación, para las visiones tradicionales y las de vanguardia, para la melancolía y el gozo, para el estudio del pasado y la necesaria proyección hacia el futuro, para el presente eterno.